jueves, enero 29, 2009

0 a 5

Que nació en 1977 un mes antes de lo previsto, lo que fue un indicio de un rasgo que la acompañaría toda su vida: La impaciencia. Por la premura de su nacimiento tuvo que pasar varias semanas en la incubadora, hecho que marcaría su carácter para siempre.

El primer recuerdo es el haber logrado incorporarse y parada en un sofá en la sala de la casa de la abuela vio por la ventana como iban llegando sus padres y saltaba de alegría mientras su tía Isabel cuidaba que no se descalabrara.

Tuvo una primera infancia feliz rodeada del cariño de su familia, los juegos con los primos, en particular con Chava, Paty, Paco, los gemelos Omar y Carlos, Liz, César, Verónica y Viviana. Bailó, cantó, peleó y deshizo muñecas ajenas en la cabeza de primas que tornábanse de vez en cuando pesadas. Este método resultaba siempre muy apaciguador aunque contraproducente.

El primer amor, no de la misma sangre, lo conoció en el jardín de niños. Recostados dentro de la fuente que estaba a la mitad del jardín, el niño en cuestión le pedía que fueran novios. Hecho que sellaron con un beso de piquito. A la mañana siguiente lo pilló repitiendo el acto con otra niña. La idea de lidiar con la inmadurez de un mocosillo de cuatro años la fastidió así que decidió poner fin al noviazgo.

Decidió pasar el tiempo aprendiendo colores, formas geométricas, letras y palabras pues las encontraba muy útiles para entender las historietas del Pato Donald y Mickey Mouse. Hasta que un día fatídico sus padres decidieron inscribirla a un colegio de monjas.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow, que cuento tan maravilloso. Y publicable. Me tomaré el permiso de agregarle dos comas y enviarlo a tu correo.
Un beso
Margarita

Anónimo dijo...

Si si que gran cuento! como tu no fuiste la de la barbi rota el la cabeza! a lo cual le sigio un poco de chocolate abuelita en el chipote que dique pra que no se pusiera morado...
Ahora que lo pienso, es mi primer recuerdo de ¨cabeza dura¨ ja jaja