viernes, febrero 20, 2009

El pie en la boca

La gente que se destaca por su torpeza a la hora de ligar la mayor parte del tiempo me da risa, a veces pena y bueno la verdad reconozco que entre uno muy torpe y un experto en el ligue, me inclinaría por...ninguno. Exacto porque si es muy experto es que lo ha hecho quizá demasiadas veces sin concretar nada chido. Y el torpe me puede fastidiar.

Hace poco, de la nada me preguntaron: ¿Y ya te pusiste a dieta?
Jajaja...no, no me he puesto a dieta, mi cuerpo amorfo y grotesco o como sea que lo vea pero que le encanta, está bien así. Corro 2 millas diarias (en aumento) y después hago yoga (pronto podré pararme sobre mi lengua) o me balanceo ridículamente sobre una pelotota intentando hacer abdominales hecho que me divierte un montón. Pero de dietas nada.

También recuerdo que en una ocasión otro chico torpe primo de una ex-jefa (fue una cita a ciegas) a la mitad de la deliciosa comida comenzó a contarme que producto del calor de la ciudad de Monterrey llegó a sudar mucho en la espalda y por ende le empezaron a salir hongos ahí, como los de los pies.........aaaa...puag! Al ver mi cara cambió de tema, aunque ya era tarde para el control de daños.
La honestidad se agradece aunque el timing (empezando a conocernos) no fue el ideal.

Lo de hoy es irse con calma, mostrarse a sí mismo y no ser ni muy torpe ni muy experto, jajaj.

3 comentarios:

Fergus dijo...

esa parte de los hongos
también me dio asco

Anónimo dijo...

YA OLVIDE COMO SON LAS CITAS
CREO Q EMPEZARE SIENDO TORPE?, NO MEJOR FINGIRE Q SOY EXPERTA...

Anónimo dijo...

Pues yo tengo varios ejemplos:
1.- El galán en cuestón me invitó al teatro y ahí que se le sale uno de aquellos, tanto que los de alrededor se empezaron a quejar del mal olor.
2.- El galán en cuestión tiró su jugo de naranja sobre el sofá nuevo de mi casa (color beige). No hubo manera de borrar la megamancha.
3.- Mientras se acercaba a mi, con ojos de borrego a medio morir, el galán en cuestión se pegó en los testículos con uno de esos postecillos que hay en la calles peatonales para que los coches no entren.
4.- Pero el peor acto de seducción lo hice yo, fue tan ridículo que no me atrevo a contarlo, todavía.
Margarita