martes, noviembre 18, 2008

Mara

Fin de semana largo para descansar y menos mal porque me la pasé con gripa.
Para variar vi películas y leí unos cuantos cuentos de Rubem Fonseca, uno me gustó mucho en particular; es el de un chico que llega a hacer cosas no tan comunes por amor pues por complacer a su madre convaleciente de cáncer aprende a bordar, al fallecer su madre deja de hacerlo pues le produce mucha tristeza. Un buen día se hace de una novia, Mara, que es bastance celosa y le pide que se tatúe su nombre en el pene. Pero el nombre completo, esto es: María Auxiliadora.
Pues el cuate acude con el tatuador que le muestra una aguja especial para piel de pene importanda de Holanda con la cual se supone que no le dolería. Como era de esperarse le dolió hasta el...bueno ya se imaginarán, no quiero ser redundante.
Y se queda con Mara...menos mal después de tanto dolor, je.
La escritora de este blog paso un fin agradable aunque la verdad extraña mucho las partidas de backgammon con su ex-pareja, qué mal. Y al respecto recuerdo mucho las palabras de mi tío Javier quien un día me dijo que me diera a respetar con los muchachos, él se refería a que no me tocaran el culo y los senos, una definición bastante escueta del respeto a mi parecer. Y es por eso, por el respeto, que terminé una relación con el segundo mejor contrincante de backgammon que he tenido, el primer mejor contrincante es mi maestro y mentor de backgammon a quien por cierto ya le he puesto varias palizas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué amor tan deprimente relatas, alguien que te exige algo para paliar sus broncas psicológicas debe ser ignorado por su propio bien...
Margarita